Entendemos por viviendas saludables aquellas que garantizan unas condiciones de salubridad para sus habitantes y generan sensación de bienestar y seguridad.

Y es que, en las últimas décadas, estos conceptos de salud y bienestar, están cada vez más presentes en el ámbito de la edificación. Tanto es así que, un informe publicado recientemente por el Green Building Council España en colaboración con la organización H.A.U.S. Healthy Buildings, afirma que la relación entre los edificios y las personas que lo habitan, es innegable.

Está demostrado que vivir en edificios insalubres tiene importantes consecuencias en la salud de sus habitantes. El aire que respiramos en el interior de los edificios, y las sustancias presentes en ese aire tienen diferentes efectos sobre nuestra salud. Además, el problema se agrava cuando a los contaminantes del aire interior le sumamos el hecho de vivir con humedades y moho, lo que incrementa el riesgo de contraer enfermedades en un 66% y las posibilidades de sufrir asma en un 40%. De hecho, se estima que alrededor de 2,2 millones de europeos sufren esta enfermedad respiratoria como consecuencia directa de las condiciones de su vivienda.

El citado estudio también incide en el hecho de que la concentración de habitantes en las ciudades (6% de la población mundial en 1950, 54% en 2016 y una previsión del 66% en 2050), el aumento del consumo energético per cápita a escala global y la generación de energía con combustibles contaminantes, suponen una complicación añadida.

Cómo mejorar las condiciones de confort y bienestar de la vivienda

La edificación se enfrenta a importantes retos en el futuro. A la necesidad de proyectar y construir de forma más sostenible, se suma la obligación de proteger la salud en el ámbito residencial.

En la actualidad, la combinación de contaminantes del aire interior y contaminantes atmosféricos que se infiltran en el interior de los edificios, fundamentalmente en entornos urbanos, provoca que, en ocasiones, la calidad del aire interior en muchas viviendas alcance niveles de contaminación muy por encima de los valores recomendados.

Ante estos datos, y con el fin de mejorar las condiciones de salubridad y de confort térmico en nuestras viviendas, podemos tomar las siguientes medidas desde diferentes ámbitos.

Desde el ámbito de la arquitectura y la construcción

  • Diseñar y ejecutar la envolvente correctamente para evitar entrada de agua y aparición de humedades y moho en el interior.
  • Elegir materiales de acabado y mobiliario libres de sustancias tóxicas como COVs (Compuestos Orgánicos Volátiles), formaldehídos o amianto.
  • Diseñar soluciones constructivas que eviten contaminantes ambientales como el radón, protegiendo frente a la exposición que rodea al edificio con barreras que impidan su entrada al interior.
  • Incorporar criterios que faciliten la limpieza y mantenimiento de todas las instalaciones del edificio.

Desde el ámbito de las instalaciones

  • Optar por sistemas de climatización para la calefacción y agua caliente sanitaria eficientes y renovables
  • Utilizar sistemas de ventilación mecánica controlada que nos ayuden a renovar el aire interior y mantener una calidad del aire interior saludable
  • Instalar sistemas y equipos de medición y control de la temperatura y humedad relativa ya que son factores que pueden agravar los efectos de una mala calidad del aire interior
  • Utilizar sistemas de filtración y purificación para eliminar partículas y posibles contaminantes del aire interior

Desde el ámbito de las personas que habitan un espacio

  • Controlar la contaminación de las propias personas. La ocupación de un espacio y las actividades que desarrollan en él influyen en la calidad del aire de esa estancia. Todos consumimos oxígeno y emitimos sustancias como dióxido de carbono (CO2) o vapor de agua.
  • Las plantas en el interior de un espacio pueden servir como herramienta para mejorar la calidad del aire, ayudando a limpiar el aire y a regular la humedad interior

Rehabilitación energética de edificios

La rehabilitación energética de los edificios debe ser otro aspecto a considerar en relación al hecho de incrementar la salubridad de nuestras viviendas.

Una vivienda que consume energía en exceso y es, por tanto, energéticamente ineficiente, tiene un impacto negativo en el entorno no solo a nivel medioambiental sino también en relación al bienestar de sus moradores.

Los problemas cardiovasculares y respiratorios son los más habituales, y pueden estar ocasionados por vivir en condiciones de temperatura inadecuada (frio y/o calor), o por problemas de humedad y de calidad del aire interior. También el hecho de vivir con niveles de ruido elevados puede afectar a alteraciones de sueño y problemas cognitivos, por lo que las consecuencias también pueden ser psicológicas.

Sin lugar a dudas, rehabilitar y renovar un edificio poco saludable conducirá inexorablemente a mejorar nuestras condiciones de vida en relación a todos los aspectos mencionados sobre salud y confort térmico, además de suponer en muchos casos, un importante ahorro económico.

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